🕊️ La Reliquia de la Santa Cruz visitó el Pequeño Cottolengo de Rancagua
Un día de oración, fe y esperanza en el marco del Centenario de la Diócesis
En el contexto de las celebraciones por los 100 años de la Diócesis de Rancagua, el Pequeño Cottolengo tuvo el privilegio de recibir el miércoles 2 de abril la Reliquia de la Santa Cruz, la cual ha estado peregrinando por diversas comunidades cristianas como signo de unidad, fe y renovación espiritual.
Desde tempranas horas del día, nuestra capilla se convirtió en un espacio de recogimiento profundo. La presencia de la reliquia —una pequeña astilla de la Cruz del Señor— suscitó momentos de intensa oración, contemplación y comunión. Residentes, personal de trato directo, profesionales, estudiantes del Centro Esperanza y miembros de la comunidad educativa se acercaron con respeto, devoción… y también con cierta curiosidad natural ante este signo tan significativo.
Los cantos litúrgicos, la proclamación del Evangelio de la crucifixión, las oraciones colectivas e individuales, y la meditación de textos de San Luis Orione ayudaron a crear un ambiente de gracia que marcó a todos los participantes. Fue una jornada para redescubrir el sentido más profundo del tiempo cuaresmal: la conversión, el perdón, la entrega generosa, el amor que no se retira ante el dolor.
San Luis Orione, fundador de nuestra obra, nos dejó estas palabras que iluminaron especialmente la jornada:
“Si, después de ésta, vinieran más y más penas —como rezo y espero—, si siguieran otras muertes, y si nuestro corazón, ¡oh hermanos! sangrara y se destrozara, invoquemos la ayuda del Señor, que no faltará; y, después, que venga, que venga fuerte el Señor a plantar, dentro, fuera y encima de nosotros, su Cruz adorable…”
Estas palabras del Santo de la caridad nos impulsan a abrazar nuestras cruces cotidianas con esperanza, y a transformar cada sufrimiento en una oportunidad de amor y redención.
La visita de la Reliquia de la Santa Cruz no solo nos recordó el sacrificio redentor de Jesús, sino que reavivó nuestro deseo de seguirlo más de cerca, de vivir el “don de la entrega” desde lo cotidiano, y de fortalecer los lazos que nos unen como comunidad Orionista al corazón de la Iglesia.
